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Viaje al Mictlán


El lugar de los muertos. Sitio oscuro de donde no se sale ni se puede volver. Reino gobernado por Mictlantecuhtli “señor del Mictlán” o señor del lugar de los muertos” y su consorte Mictecacíhuatl “señora de las personas muertas”.Es aquel reino a donde van las personas que murieron por causas naturales, aquellos que no fueron privilegiados con el pase directo al Omeyocan dirigido por Huitzilopochtli al que tan solo ingresan aquellos muertos en combate, sacrificados y muertas en parto o por el Tlalocan reino gobernado por Tláloc a donde solo pertenecen las personas cuya muerte tuvo que ver con agua o ciertas enfermedades: ahogados, tocados por el rayo, enfermos de gota o hidropesía eran quienes tenían libre entrada a este sitio de goce , abundancia y descanso.


El Mictlán es diferente, aquí nadie acompaña al sol desde su salida hasta el anochecer y mucho menos goza, por lo menos al principio.

El muerto tiene que luchar y liberar muchas batallas antes de llegar a su última morada. El viaje comienza con la propia muerte del difunto quien tendría que viajar desde este momento durante cuatro años transitando por este inframundo en compañía de un perro para no sufrir algún peligro, razón por la cual los mexicas incineraban uno y lo enteraban junto al difunto.


Después de ochenta días, en el plano terrenal también se incineraban las ofrendas que habían llevado los parientes y amigos. El señor de la muerte y su consorte habitan el noveno plano del inframundo mexica, para quienes la muerte no era más que el fin de un ciclo para comenzar otro. Sin carga moral, ni cielos, ni infernos que nos llegan durante el siglo XVI con la conquista española introduciendo terror a la muerte, vestigios del cristianismo que cambiaron los cráneos del tzompantli de la gran Tenochtitlán por cruces y atrios. Siendo el universo mexica mucho más basto que aquel nuevo concepto dividiéndose en trece estratos superiores y nueve niveles inferiores que, dependiendo de la causa de muerte le sería destinada al difunto su “última morada.”Se creía que, al transcurrir estos cuatro años después del deceso, el muerto llegaba por fin a su destino final ocupando su lugar correspondiente en el noveno inframundo, lugar de su eterno reposo.El Mictlán está compuesto a su vez por nueve dimensiones:​


Xolotl

La primera Apanohuaia, en donde había un río caudaloso que solo se podía cruzar con ayuda de Xólotl así que, si en vida se había tratado mal a un perro, aquel muerto no pasaba de esta dimensión por la eternidad. Le seguía el lugar en donde los cerros chocan entre sí llamado Tepectli Monamictlan, continuando Iztepetl el cerro de las navajas, Izteecayan en donde sopla el viento de navajas que es un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas y nevadas copiosas.El quinto destino es Paniecatacoyan, el lugar en donde los cuerpos flotan, que estaba situado al pie de la última colina del Izteecayan para dar comienzo a una zona desértica, después de recoger ocho paramos en él, se llegaba a Timiminaloayan o el lugar donde flechan, en donde una manos invisibles lanzan puntiagudas saetas para acribillar a los pasantes. Si se logra salir se llega a otro plano en donde las fieras se alimentan de los corazones, Teocoyocualloa, una fiera abre el pecho del difunto para comerse el corazón, ya sin el órgano la persona caía a un charco en donde era perseguida por un caimán. Asechado y descorazonado, el viajero llegaba a Izmictlan Apochcaloca el camino de niebla que no deja ver para vadear nueve ríos y así poder llegar a su destino final y descansar por fin en Chicunamictlan el destino más anhelado y profundo de los señores de la muerte.Una vez pasados todos los obstáculos podían liberar su tonalli, su alma.Quienes iban al Mictlán eran enterrados con ofrendas que debían de entregar a la Señora de la Muerte y ellos recibían como ofrenda cuatro flechas y objetos que utilizaban en vida, así como incensarios y braseros que llevaban de regalo.Quetzalcóatl ha sido el único dios que atravesó sus desiertos y montañas, venció a los monstruos del camino, a la gran culebra, a la lagartija maligna, soporto el viento frío que cortaba como navajas. Atravesó a lomo de un perro el oscuro río que lo separaba del Mundo Subterráneo, para así llegar a lo más profundo del Mictlán, el reino del misterio. Siendo el único que ha regresado para dar vida a los nuevos hombres.





 
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